lunes, 30 de agosto de 2010

BIOGRAFIA DE ANTONIO JOSÉ TORREALBA OSTOS


FUENTE DE INFORMACIÓN: 
MATERIAL RECOPILADO POR EL LIC. ELISUR LARES, EN SU LIBRO “ESCRITORES APUREÑOS”. 2004. CONAC. 
-COLMENARES DEL VALLE, Edgar (1993) Antonio José Torrealba. San Fernando. En: Revista Onda Apureña, órgano divulgativo de la Asociación de Escritores del Estado Apure.  Diciembre de 1993. Nº 10,  p. 4. 
-TORREALBA  OSTOS, Antonio José (1987) El Diario de un Llanero. Caracas. Ediciones del Instituto de Filología “Andrés Bello” de la U.C.V. y  de la Gobernación del Estado Apure. Seis tomos. Con prólogo y notas de Edgar Colmenares del Valle.  

Gran conocedor del llano apureño, escritor y poeta, quien nació en Cunaviche, en enero de 1883.  Hijo de Antonio José Torrealba  y  de Josefa Vinicia Osto. Descendiente directo de indígenas Otomácos, pues sus abuelos maternos fueron Manuel Solórzano y una india Otomáca de apellido Osto.  Sus abuelos paternos: Antonio José Torrealba  y  Felipa Páez.  Se dice que su madre murió muy joven, dejando al niño de apenas un año de edad, y cuentan que fue amamantado con leche de yegua, circunstancia por la cual siempre consideró a los caballos como sus hermanos.  Tuvo fama de ser buen jinete, coleador, enlazador, cantador y maraquero. Dominó perfectamente las lenguas otomáca  y  yarura.

En 1927 trabajó como Caporal en el Hato La Candelaria  - en el Paso Arauca--  y es allí donde conoció a Don Rómulo Gallegos cuando en la Semana Santa de dicho año el afamado escritor visitó la llanura apureña invitado por el joven José Félix Barbarito, estudiante apureño residenciado en Caracas. Torrealba, en largas conversaciones con Gallegos le transmitió sus experiencias y conocimientos del llano, sus costumbres, tradiciones y leyendas.

Tuvo gran pasión por la lectura y le gustaba escribir sus vivencias en cuadernos.  Aparentemente, hizo entrega de los diez primeros de estos cuadernos a Gallegos.  Según el filólogo, lingüista e investigador apureño Edgar Colmenares del  Valle, de las conversaciones con Torrealba y los cuadernos recibidos nació la novela “Doña Bárbara”, publicada dos años después de la entrevista.   Luego del éxito de Doña Bárbara, Torrealba continuó escribiendo hasta llenar cuarenta cuadernos, a los que tituló  “El Diario de un Llanero”, donde plasmó el acontecer de su vida y del llano mismo de una forma natural y vivencial.  Estos originales fueron organizados, estudiados, analizados y editados por Colmenares del Valle  y  publicados en 1987 por la U.C.V.  y  la Gobernación del Estado Apure.

            Otra obra suya es  “Azabache”, una historia referida a  su caballo.
             Murió de diabetes en San Fernando  el 14 de Julio de 1949 a la edad de 66 años.
  
“EL DIARIO DE UN LLANERO” 
LA ESCRITURA DE UN CAPORAL DE SABANA 
En un principio, el Diario de un Llanero es Expresión de un modelo de escritura que siguiendo el criterio de José Romera Castillo podríamos catalogar como intimista en cuanto que se “caracteriza”, ante todo, por ser una literatura referencial, del yo existencial, asumido, con mayor o menor nitidez, por el autor de la escritura”. A su vez, dentro de las distintas modalidades de la literatura intimista, antes que una biografía o un diario propiamente dicho, el Diario de un Llanero es un relato autobiográfico de ficción, sobre todo por las relaciones de semejanzas, más que de identidad, existentes “entre la historia vivida por el personaje de la escritura y la del autor que escribe”, naturaleza de estas relaciones permite, por una parte, que el lector asuma que el personaje de ficción se considere como paralelo al autor y, por otra parte, que a través de ese mismo personaje, el escritor plasme sus experiencias y algunos de los hechos e informaciones procedentes de su mundo geográfico y cultural.

El Diario de un Llanero es, en síntesis una proposición que simboliza la búsqueda del perfeccionamiento humano. No se trata, solamente de contar historias o de modular un uso verbal. Se trata también de expresar descontento del hombre con su realidad y de clamar por un modelo humano, el llanero autentico, que ahora sólo existe como un recuerdo. Por ello, hoy más que nunca, frente al olvido de nuestras huellas primitivas y de nuestra presencia en la historia como homólogos de libertad y de identidad. Torrealba,  en verdad, inquieta y alarma. Su voz, puntera en la soledad, marca el rumbo baquiano de la insatisfacción de si mismo; del ejercicio poético como acto que impide el marasmo espiritual aun en un medio como el llano, en donde  como dijo Rosenblat  “un universo se olvida pronto hasta de las primeras letras”, del desarrollo de un modo propio de expresión, en fin, de la creencia en que el hombre puede mejorarse a si mismo y, en consecuencia, mejorar al mundo.

Personalmente tengo la convicción de que Torrealba intuía que todo escritor genuino es, por naturaleza, un descontento y, por lo tanto, a pesar de su arte rudo y primitivo, sabía por qué y para qué se escribe. El  y sus escritos son la voz y conciencia de un pueblo que aún sufre y espera.
También se encuentra en la sección: 
El Baquiano de Apure por: 

No hay comentarios:

Publicar un comentario